Por regla general, se necesita más información sobre el uso del fármaco en grupos de población concretos, en especial niños, mujeres embarazadas y ancianos. Debe observarse el nivel de eficacia y seguridad que ofrece un producto tras un largo periodo de uso ininterrumpido, sobre todo combinado con otros medicamentos. La experiencia demuestra que gran número de efectos adversos, interacciones (con alimentos u otros fármacos) y factores de riesgo no salen a la luz sino hasta años después de la comercialización de un medicamento.
Mejorar la atención al paciente y su seguridad en relación con el uso de medicamentos
En los últimos 10 años se ha extendido la idea de que la farmacovigilancia debe trascender los estrictos límites de la detección de nuevos indicios de posibles problemas de seguridad farmacéutica. La globalización, el consumismo, el consiguiente y vertiginoso aumento del libre comercio, la comunicación transfronteriza y el uso creciente de Internet han contribuido a transformar el modo en que la comunidad accede a los medicamentos y obtiene información sobre ellos. Esta evolución exige un cambio en la forma de ejercer la farmacovigilancia; concretamente, un funcionamiento más ligado a las modalidades de uso de los medicamentos que se incorporan a la sociedad y, por ende, una mayor capacidad para responder a esas nuevas tendencias.
Contribuir a la evaluación de las ventajas, la eficacia y los riesgos que puedan presentar los medicamentos, alentando una utilización segura, racional y más eficaz.
El control de la seguridad de los medicamentos de uso común es una parte primordial de la práctica clínica. En la medida en que el médico se informe de los principios de la farmacovigilancia y ejerza su labor de acuerdo con ellos, logrará un mayor impacto en la calidad de la atención. Lo anterior, aunado al intercambio de información con el Centro Nacional de Farmacovigilancia de la Secretaría de Salud, es un elemento que redunda en una mejor atención para el paciente.
Fomentar la comprensión y la enseñanza de la farmacovigilancia, así como la formación clínica en la materia y una comunicación eficaz dirigida a los profesionales de la salud y a la opinión pública.